Las posturas físicas, o “asanas”, estiran, fortalecen y relajan los músculos y órganos. El sistema nervioso se tonifica y refresca a través de la respiración y la conciencia. Comienzan a surgir sensaciones asombrosas en el cuerpo a medida que se limpian los canales energéticos. Las emociones son más fáciles de manejar cuando el corazón se abre. La mente se vuelve más clara y aguda. Simplemente te sientes mejor, más vibrante y vivo. Es desde este estado donde estamos mejor equipados para enfrentar los desafíos de la vida.
En la práctica del yoga cuerpo-mente-espíritu, nos estamos volviendo cada vez más conscientes de cómo nos movemos, cómo respiramos, dónde estamos en nuestra mente y cómo nos sentimos en todo nuestro ser. Esta mayor conciencia de nuestro propio cuerpo nos permite cuidarnos mejor; dándonos la capacidad de sintonizarnos con la forma en que ciertos alimentos, actividades y personas nos afectan física y emocionalmente.
Cuando combinamos el movimiento consciente del yoga con un estilo de vida saludable, podemos dar pasos increíbles hacia nuestro desarrollo personal. Ya sea que estemos disfrutando de un masaje relajante o experimentando un estado meditativo profundo a través de un enteógeno, nuestro trabajo con el movimiento nos permite absorber por completo cada gota de estas experiencias. Cuando nuestros cuerpos están relajados y la necesidad de movimiento saciada, estamos en el estado óptimo para la curación y el desarrollo espiritual.